Aunque me digas que todavía no has vuelto, sé que nunca te llegaste a ir, porque cada vez que miro mi reflejo, te siento.
Como aquellos días en los que me dedicabas tus letras, miradas y suspiros.
Y jamás pierdo la esperanza.
A veces creo verte entre el bullicio de la gente.
O simplemente fantaseo con que estás pensando en mí en ese preciso instante.
Sigues estando en mí.
Más fuerte que nunca.
Y mientras te escribo, el tiempo pasa, haciéndome sentir así de impotente, entre estas malditas puertas blancas.
A un paso de ti