En el suelo, ya que todavía no tengo mesa, rodeada de bolsas, cajas y maletas.
Fuera, árboles en la misma entrada, enredaderas trepando por mi muro, con vistas al campo y sin ningún maldito ruido.
Ahora me parece cualquier movimiento o paso, escandaloso. Tendré que acostumbrarme.
Y por la noche, tranquilidad absoluta.
Llevo tres noches durmiéndome mirando a las estrellas.
Esa ventana en el techo es un lujo.
Nuevo lugar, nuevas vistas, nuevos olores, ilusiones...
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